Sevilla

Ya regreso a Castilla
con sus campos y sus gentes,
atrás queda Sevilla
con sus calles de alegría,
su saborío,
su gentío,
su alboroto.

Atrás queda Sevilla,
su rocío,
sus alardes de maravilla.

Atrás queda Sevilla
y sus noches gitanas.
Atrás queda la Giralda,
con su torre mora
y sus campanas cristianas.

Atrás queda Sevilla
y su alegre judería:
el barrio de Santa Cruz
y la Plaza de doña Elvira.

Atrás quedan los barrios
como el de la morería,
que brilla en su Sevilla
con sus mil puntas de ojiva.

Atrás queda Triana
salpicada por la orilla.
La tierra de la guitarra
que chispea a todas horas
en las terrazas de Santa Ana.

Atrás queda la torre
que busca a la de Plata
y que no por ser del Oro
esconde ningún tesoro.

Atrás quedan los pasos
que en la Santa ven llover,
se queda en su San Lorenzo
el Jesús del Gran Poder.

Ya regreso a Castilla,
con sus campos y sus gentes,
con su dorado indecente.
Atrás queda Sevilla
con su colorido permanente.

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